domingo, 26 de mayo de 2019

Roadtrip Galicia

Cómo hacer un road trip con cero preparación y no morir en el intento


Me gusta estar a un lado del camino fumando el humo mientras todo pasa, me gusta abrir los ojos y estar vivo. Tener que vérmelas con la resaca, entonces navegar se hacer preciso.

*Andrés Calamaro, Al lado del camino*

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Mapa de la ruta Pontevedra - Punta de Estaca de Bares

Hay varias cosas que uno no debe de hacer cuando va a viajar en carretera, por ejemplo: no ponerse una borrachera tremenda el día anterior, no manejar un auto en mal estado, no hacer un road trip sin radio, por mencionar algunas. Al mismo tiempo, hay muchas cosas que uno si debe hacer cuando va a viajar en carretera: revisar que el velocímetro, el medidor de gasolina y demás medidores básicos del funcionamiento del automóvil funcionen, viajar bien descansado, explorar el camino en un mapa, llevar un mapa, tener un plan (p.j. dónde dormir o qué ruta seguir), de nuevo por decir algunos. Uno creería que con más de 10 años de experiencia en carretera yo no caería en dichos errores, pero la verdad es que no, sigo cayendo, por lo que el siguiente relato trata de cómo lidiar con varios problemas que te puedan pasar en un road trip mientras recorro Galicia con mi gran amigo Pablito. No tiene necesariamente un orden cronológico ya que distintas ocasiones del viaje se les atribuyen a distintos problemas, además de que estoy concluyendo este texto más de un año después y me falla la memoria. En fin, espero que no terminen igual de mareados que Pablo intentando leer el mapa en la carretera.

¿Qué hacer cuando uno está tan crudo que no es capaz ni de contar pingüinos? 


La mañana de un sábado de verano se hacía presente cuando la luz del sol ibérico se colaba en la alcoba poniendo en alerta los pocos sentidos que me quedaban. Con una severa falta de líquidos en el cuerpo, la cabeza latiendo más que el corazón y una familiar repugnancia hacia el lúcido invasor, busqué en el espacio desconocido el resto de mis pertenencias, llevé a cabo el ritual social correspondiente y me aventuré a las vacías calles de Pontevedra con Pablito, que no presentaba un mejor caso clínico. Las calles de Pontevedra en el verano no presentan un escenario más amigable al sujeto resaqueado. Cuando uno tiene pocas horas de sueño y una alta concentración de destilado aún en el cuerpo, lo mejor es aumentar la concentración del segundo para anular los efectos del primero, sin embargo, como a nosotros nos esperaban 350 kilómetros de carretera gallega, la añeja estrategia bélica de unirse al enemigo en vez de atacarlo tuvo que ser descartada. En situaciones como estas, en las que, cómo diría mi sabio amigo Santi, uno está tan resaqueado que no puede contar pingüinos, lo mejor que puede hacer es preparar al cuerpo para lo peor. Así que paramos en el supermercado para comprar desayuno y bebida hidratante y emprendimos camino (por la sombra) a prepararnos un café bien fuerte, el invaluable aliado de todo resaqueado. 

El caso del rubio platino 

En los escasos minutos siguientes al desayuno, mientras intentábamos volver a la calidad de personas Luisiño y la Maite nos ayudaron a trazar un plan para conquistar las vastas tierras gallegas sin morir en el intento. El plan de ataque era muy claro, tomar prestado el auto del hermano de Luisiño, salir de Pontevedra hacia Punta de Estaca de Bares, dormir en A Coruña, partir al día siguiente hacia el faro de Finisterra y de regreso a Pontevedra pasando por la Costa da Morte, un total de 650 kilómetros en dos días. Ya medio compuestos, pero aún descompuestos, salimos del departamento y caminamos bajo el ya potente sol ibérico. A los lejos se oían las palabras de Luis, como aquella alarma que suena por minutos durante el sueño profundo, "Bueno, a ver chicos, que aquí hay muchos policías así que POR NADA vayan a más 120 km", "El auto de mi hermano...", "... Policía... Rápido...","...buen estado...". Un par de metros adelante nos esperaba nuestro fiel acompañante de aventuras: un flamante cupé francés de dos puertas, alerón trasero, rines, escape cromado y vidrios medianamente polarizados: ¡un verdadero deportivo digno de dos galanes en búsqueda de aventuras gallegas! El amor a primera vista inmediatamente generó un nombre: El Bólido Amarillo.

Pablito, el Bólido Amarillo y yo posando para la foto que nos hará famosos, algún día.
El Bólido Amarillo representaba dos clásicos de las relaciones humanas: el "tiene buen lejos" y "lo que importa es lo de adentro" ya que a pesar de su gran porte deportivo que enamoraba a la distancia, el fiel acompañante carecía de algunos elementos, digamos que medianamente importantes. Lo primero que resaltaba en las limitaciones del Bólido Amarillo era su incapacidad de llenar las horas muertas con música a falta de radio. Los años de Steve McQueen le heredaron una extraña obsesión con los frenos, representada por un testigo de alerta que no se apagaba pero que, en palabras del buen Luis, no era problema ya que hacía tiempo que prendía y apagaba y el auto seguía bien. Más que un flamante deportivo, el Bólido Amarillo era un antiguo general que ya sirvió al prójimo demasiadas décadas. Se rehusaba a mover el respaldo del conductor, se quejaba cada que el volante giraba demasiado y de vez en cuando emitía gruñidos que era mejor ignorar. Finalmente, los años de fiesta y  consumo de múltiples tanques llenos hicieron que el medidor de gasolina no funcionara muy bien, por lo que el Dr. Luis sugirió que nunca bajara de medio tanqueEra claro que el Bólido Amarillo vivía en un constante estado de resaca.


La velocidad es... ¿relativa?

El viaje inició con el astro rey a plena motivación, el tanque lleno y las emociones altas. La autopista que lleva de Pontevedra a Santiago de Compostela sube la montaña ofreciendo una despedida espectacular de la Ría seguida por una región montañosa de bosques gallegos. Mientras los kilómetros pasaban y la velocidad aumentaba el Bólido Amarillo recordaba sus épocas de gloria, cuando era dueño de estos caminos y nada lo hacía lucir más que una tarde de verano en los caminos gallegos. Sin embargo, lo que sucedió a continuación es, sin duda alguna, de lo mejor que me ha pasado en un viaje de carretera y para explicarlo voy a desviarme un poco de la ruta. 

Los velocímetros son aparatos fundamentales cuyo único objetivo es informarle al piloto, sin importar el vehículo en el que navega, la velocidad a la que va, en referencia a un punto parado en ese mismo momento y espacio. Así, naturalmente, si el automóvil pasa de estar estático a moverse aumentando su velocidad, la "agujita" que simpáticamente descansa en la izquierda de la media luna del medidor, despierta y empieza a recorrer el camino conforme uno aumenta de velocidad. Este no era el caso del Bólido Amarillo. No, en El Bólido Amarillo la aguja sigue las leyes de la física que gobiernan el mundo material que conocemos hasta los ~80 klm/hr, a partir de dicha velocidad es poseída por los agentes de la entropía y cada km/hr en aumento se manifiesta con un movimiento epiléptico extinguiendo cualquier esperanza de brindar alguna información a su locutor.


Juli, vas hecho la madre -dijo Pablito en algún momento en el que, de reojo, vio el exorcismo en acción -. No Pablito, si apenas estoy tocando el acelerador, respondí. Flaco, no te hagas, si vi que íbamos como a 140, ya ves lo que dijo Luis. Amigo, te lo juro, el medidor está poseído. Juli, güey, ya, no pasa nada, sólo bájale. Oh que la chingada, te voy a demostrar, a ver, saca tu celular y ponte a filmar el medidor que en cualquier momento se pone como loco. Va.
¡Apuesto a que ustedes tampoco me creían! Después de dicha demostración decidimos (no me pregunten por qué) componer una canción con el ritmo de "Despacito" caso el oficial de tránsito nos detuviera, porque, en realidad, pasando cierto límite entrábamos en la incertidumbre de la velocidad, fácilmente podríamos estar viajando a 1235,52 km/hr 2 klm/hr, por qué ¿quién dice que los 80 klm/hr del medidor eran verdaderos?

Washawasheando ando

La falta de radio puede volver al mas cuerdo loco. A pesar de que Pablito y yo no somos de lo más cuerdo que digamos llevábamos ya unas ~6 horas en el auto sin música y eso ya no nos estaba gustando. En algún punto del viaje buscamos la carátula del radio por enésima vez, sin éxito. Intentamos poner música en el celular, pero tuvimos que abandonar la idea al darnos cuenta que el cargador de celular del Bólido Amarillo no funcionaba. En momentos de estrés (o en la inminencia de éste), hace una enorme diferencia la persona con la que viajas. Afortunadamente somos muy buenos amigos de hace muchos años y aventuras, así que esto no iba a quedarse así. Si usted es como nosotros, puede vencer el silencio del radio pasando horas y horas, y más horas, y... unas cuantas horas más, "washawasheando" pop del más hediondo, en nuestro caso, en español Latino Americano (gusto subjetivo), sin pena ni gloria para sustituir la falta de radio. Este ejercicio no solo resulta bueno para matar las horas interminables sin música sino que, además, ayuda a fortalecer la memoria y la autocrítica ya que puede terminar "washawasheando" canciones como: "washawashawasha... de noches negraaas, porque la vida duele, duele, duele sin tu amor"; "Ouuuooo imagina a las sirenas en la luuuuuna, ooouoo washawash-eando a las estrellas con pintura", ahora que escribo esto creo que tuvimos unas buenas, es más todo inició con la necesidad visceral de acordarnos de la letra de Jumbo para "washawashaaaa mis sueños mi dulce sirena, los girasoles pasan horas sin poder washawashearrrrr".

En algún punto de nuestro viaje, creo que después de Estaca de Bares, el washawasheo estaba en la cumbre del éxito cuando pasamos por Ortigueira donde se estaba celebrando el famoso "festival celta" y le dimos un aventón a un chavo español que había perdido el autobús a causa de "una amiga". Como el washawasheo estaba pegando más duro que "despacito"" no nos detuvimos y al compadre no le quedó de otra más que participar (el Bólido Amarillo es de dos puertas así que el pobre no podía ni abrir la ventana para escapar). El invitar al nuevo integrante no solo aportó al difanamiento de esta gran actividad, si no que además, al ser español, el repertorio se expandió y canciones como "ese toooooro enamoraaaado de la luuuuuuuuna washawasha washawasha la ciudad" ó "que yo sé que la sonrisa que se dibuja en mi cara tiene que ver con la brisa que abanica tu mirada, tan despacio y tan deprisa, tan washawa y tan washawa tu me washawashaaaa la washawaaa, como camaróoooon". Sin embargo, el tiro te puede salir por la culata cuando las únicas canciones "Mexicanas" que el visitante reconoce son las de Julio Iglesias "porque son las que escucha mi madre" y acabas teniendo que cantar "...y tu te vas washawahseando la mirada washawahseando washawasha...  y tu te vas" ¿Esta es de Julio Iglesias, no? ¿Que es Mexicano...?

Caminante no hay camino

Las carreteras gallegas están llenas de cruces, rotondas y desviaciones que hacían de la navegación un verdadero arte. Cientos de años atrás, los Polinesios desarrollaron la navegación marítima a partir de observaciones detalladas de las estrellas. Éstos personajes que dedican su vida a la navegación sin instrumentos, pueden navegar largas distancias con tan solo ver a los astros reconociendo miles de estrellas en la bóveda celeste. Yo no, ni tantito. Para viajar siempre es bueno llevar un mapa de carretera de papel y y no depender del celular. El celular puede perder señal y eso descarga la pila mucho más rápido (Una opción siempre es descarguen el mapa antes de salir), además de esto, si están en El Bólido Amarillo, obviamente el encendedor no funciona por lo que no puedes re-cargar la pila y finalmente, si viajan con un Pablito de copiloto, aun que tengan celular no les va ser de utilidad porque "se marea viendo el celular". Así, mientras navegábamos por caminos nunca antes recorridos, por un un sistema de carreteras que no conocíamos, un sistema de guía distinto, pensábamos ¡cómo sería bueno tener un mapa en estos momentos! Ah si, además de llevar un mapa, si tu medidor de gasolina no funciona a la perfección, siempre que llegue a la mitad, llénalo así no te arriesgas a que se te acabe a la mitad de la nada. Yo diría que este consejo es bueno en cualquier momento ¿Mencioné que el medidor del bólido dejaba de servir después de medio tanque alegando "falta de gasolina"?
Él llevar un mapa trae varias ventajas. Por ejemplo, de haber tenido uno, hubiéramos manejado en dirección a Estaca de Bares desde A Coruña por la AC-862 y en O Barquero doblado a la izquierda para subir al faro de Estaca de Barres, como señala el mapa. Sin embargo, nuestra ya mencionada falta de preparación nos hizo pasarnos por unos 20 km hasta llegar a un pueblo llamado "El Pescadero". Desde la carretera el paisaje es espectacular, una pequeña bahía con un arenal en medio, destapado debido a la baja mar, al menos cuatro tonos distintos de azul, barquitos de colores anclados frente a la playa, todo esto rodeado de montañas cubiertas de pinos. El muelle, no es un sitio muy grande pero tiene unos 5 restaurantes para comer, uno en especial que se ve excelente pero que estaba lleno a la hora que llegamos. Definitivamente parar en El Pescadero fue una grata consecuencia de nuestro despiste natural (Léase: falta de mapa).


Foto desde la carretera de de El Pescadero
El punto más norte de España, Estaca de Bares

En la punta más norte de Galicia, sobre un acantilado de 100 metros sobre el nivel del mar habita un viejo faro que, a pesar de su edad, resiste heroicamente la fuerza de los vientos alisios que llevaron a Colón a América 500 años atrás. En el horizonte, el cielo azul turquesa es espectador de la danza del mar Atlántico con los vientos alisios, que anuncian la costa di la morte a los valientes navegantes que  cruzan el sinfín de montañas cubiertas de nubes de espuma. En tierra no se observan muchos turistas, un puñado nada más y el espacio es suficiente para encontrar una roca peligrosamente colocada al filo del abismo (muerte segura). Sentado en tu trono puedes ver, oír y sentir la cantidad de energía que existe en el planeta y al mismo tiempo recordar lo pequeño e insignificante que eres frente a toda esta inmensidad. La escena te invita a contemplar la formación de los continentes, la evolución de la corteza terrestre y lo espectacular que son los fenómenos físicos que equilibran todos los componentes del planeta. El acantilado que hace millones de años surgió del mar, ahora cae dramáticamente mientras es comido por las olas que revientan a sus pies, las mismas que han reformado por millones de años las siluetas de los continentes con ayuda del viento. ¡Y el viento! ¡Nunca en mi vida había sentido el viento soplar con tanta fuerza! Mientras disfrutas del espectáculo es imposible no pensar en lo insignificante que eres en este mundo.

Este lugar es sin duda alguna se volvió uno de mis sitios favoritos, no solo en este viaje pero en mi vida. Es un lugar donde la energía del mundo natural se ve a todos colores, en todos los elementos. Un lugar donde uno no se siente amenazado, no se siente en sincronía pero tampoco se siente fuera de lugar. Para mi, no es un lugar para contemplar tu existencia frente a esto, más para contemplar la existencia de esto. Aún no conozco Noruega, pero si la península Ibérica tiene estos acantilados, muero por ver el perfil noruego que le valió el premio a Slartibartfast.

Vista de Francia desde Estaca de Bares, el punto más norte de España.
A Coruña

Yo no soy de esos que le toman fotos a la
comida, pero este pulpo a la vinagreta si
que lo merecía.
De vuelta al Bólido Amarillo, dejamos Punta de Estaca de Bares atrás y fijamos curso hacia A Coruña, nuestro lugar de reposo. Eran las cuatro de la tarde cuando nos percatamos, de manera milagrosa, que no contábamos con hospedaje en A Coruña, situación que logramos resolver en los escasos minutos de batería que nos obsequió el celular.  Al llegar A Coruña aprovechamos el tener que dejar a nuestro amigo que recogimos en Ortigueira en la estación de autobuses para cargar el teléfono y descubrir la dirección de nuestro AirBnB. Para la cena fuimos a la zona de calle de los olmos, una zona es muy simpática, llena de bares y restaurantes de calle. Fue justo aquí donde comí el mejor pulpo de la historia, pulpo a la vinagreta. Al día siguiente fuimos a dar la vuelta por la ciudad, empezando por el parque en la punta norte de la ciudad. En esta zona hay bastantes monumentos incluyendo la Torre de Hércules que si mal no recuerdo, es el mayor faro de ¿España? ¿Europa? ¿Lo fue? Algo así... De ahí caminamos hacia la playa do Orzán y de regreso a carro. La Coruña es un lugar muy agradable para caminar entre las calles, tomarse una cerveza, comer un bocadillo, etc. La playa, aunque no nos quedamos, se veía muy agosto. Abandonamos A Coruña hacia a autopista de la morte, o al menos, eso intentamos porque la verdad no es nada fácil entender las calles de este país y nos dimos un par de buenas perdidas, lo cual nunca es buena combinación cuando uno quiere mear.

Como todos los viejos lobos de mar saben: ¡orina a sotavento! 

Bueno, pues, verán, debería de ser conocimiento básico mundial el no mear contra el viento. Pablito, que es un hombre del mundo, entiende muy bien ese concepto, pero me parece no entiende muy bien la física. Verán, las vejigas nos estaban presionando así que decidimos detenernos a campo traviesa. Cada quien meó en un lado del auto, yo obviamente (y tal vez estúpidamente) fui a la izquierda del auto y Pablo a la derecha, el viento, perpendicular al auto soplando de derecha a izquierda (en referencia al auto). Fue entonces cuando Pablo midiendo la dirección y frecuencia del viento decidió, ¿por qué no? mear paralelo al viento, lo que hizo que su meada en vez de tomar una suave pendiente hacia el suelo volara con el viento cual paloma. Justo en mi dirección. Así que la regla, mis estimados, es nunca orines contra el viento, pero si tu compita está meando a tu lado, no seas culei y tampoco mees en paralelo al viento, ¡siempre a sotavento! Nótese que todo esto pasó en la autopista frente a una caceta que estaba cerrada y que claramente señalaba que no deberíamos de esta ahí, mientras que a la distancia una patrulla se acercaba a nuestro encuentro.

Un manjar final

Tomamos la autopista de la costa de la muerte, un lugar maravilloso que no se pueden perder si visitan Galicia. La autopista acompaña, en muchos pedazos, el relieve de la costa, revelando la inmensidad del Atlántico. En varios lugares de la carretera puedes parar a la playa, a comer, o a tomar fotos. Es un paseo súper agradable que no se pueden perder. Sobre la carretera está la desviación a Finistera, el punto final de los peregrinos que hacen el camino De Santiago desde los distintos puntos cardinales de Europa, un lugar interesante de visitar.

Vista desde algún punto de la costa de la muerte


Terminamos nuestro viaje con broche de plata y... oro. Primero fuimos a pasear frente a la ría de Luis, en la Ensenada de Lourido. Es un ligar muy simpático y tiene unos callejones muy ricos de caminar, restaurantes y bebida (a estas alturas espero que los haya convencido de las tres cosas que uno no puede dejar de hacer en Galicia). De ahí, el amigo Luis, o más bien su madre, nos invitó a una última cena en su casa, una paella maravillosa. Un manjar exquisito que tuvimos mucha suerte de ser invitados, así que el último tip que tengo para ustedes es: ¡tengan a un amigo como Luis! heheheh.