sábado, 13 de febrero de 2016

La Triste Historia de la Panta

Yo descansado en la hamaca sobre la Panta
Esta entrada no tiene que ver con viajar, al menos directamente. Tiene que ver con vivir nuevas experiencias, con encariñarse con cosas materiales y con darle personalidad a objetos. Es una historia real y mágica, porque al final de cuentas, ¿quién puede decir que el realismo mágico no es realidad?

Decidí escribir sobre el velero en el que pasé los últimos 6 meses de mi vida. Esta historia fue inspirada por casos reales y por las ganas de comunicarle a todos mis amigos que ya no vivo en un barco. Fue una gran aventura, fue difícil, fue mágico, fueron varias cosas.


"Twenty years from now you'll be more disappointed by the things that you didn't do than by the ones you did do. So throw off the bowlines, sail away from safe harbor. Catch the Trade Winds."

Mark Twain

                                                                                                                                                                   

El Inicio

Cuando vi a la Panta por primera vez, por ahí del 2014, se hacía llamar El Nahual y pertenecía a los güeros, parecía feliz. Durante ese año vivió anclado en el Pacífico, navegando las calmas aguas del canal de Santa Barbara junto a ballenas jorobadas y visitando las islas de Santa Barbara de vez en cuando. Fue protagonista de una película/documental y su figura fue utilizada en varios anuncios. Se le veía feliz, descansando tranquila sobre aguas calmas, con pocos peligros a su alrededor. El Nahual tenía una buena relación con Iemanjá, ella lo mecía todos los días y él se dejaba, a veces se peleaban y ésta en su furia lo sacudía sin razón alguna, pero él, siempre firme, esperaba paciente a que su amante se calmara. Iemanjá era mucho más fuerte que Nahual, sin embargo su amor nunca permitió hacerle daño. Así pasó un año, sucedieron dos o tres episodios de furia y sin consecuencias  graves el verano llegó. 

La Panta feliz descansado sobre las aguas del Pacífico

Esa fue la época en la que la Panta comenzó a presentar la condición que después sería parte de su trágico final. A pesar de tener un corazón fuerte, éste empezó a mostrar señales de debilidad. Los güeros llamaron a especialistas que trabajaron en ella varias veces. Su situación fluctuaba, había momentos en los que su ronroneo eran de lo más natural, pero seguía fallando. Su corazón fallaba, los profesionales iban, operaban y la hacían sentir bien, pero por más que intentaban no lograban encontrar la verdadera razón de su pesar.

Los güeros y el Nahual eran uno mismo. En esa época era difícil pensar en alguno de los 3 sin los otros dos. Como Han Solo, Chewbaca y El Halcón Milenario, el cariño que tenían los güeros pero el Nahual era inmenso, sin embargo, como todo carnaval tiene su fin, también el trío. Los güeros terminaron su programa en Estados Unidos y no podían quedarse más tiempo, la separación era inevitable. Los tres hicieron un último viaje juntos, navegaron a las islas, pescaron, tomaron el sol, se emborracharon y al final, se despidieron. Los güeros se fueron, Nahual se quedó anclado en el Pacifico, sólo a la mitad de la nada, con Iemanjá como su única acompañante. Meses después, cuando me reencontré con Nahual éste era otro, los meses de soledad le habían cambiado la personalidad. Se volvió más frágil, su condición empeoró, estaba descuidado, triste, no soportaba la soledad. 

Niema descansando sobre la Panta en un día de Septiembre
Los primeros días fueron difíciles, lo bañamos, curamos algunas heridas, lo renovamos y pasamos tiempo consintiéndolo, pero Nahual no se encontraba. Finalmente, un día decidimos darle otra personalidad, algo que no lo hiciera olvidar el pasado pero que lo ayudara a dejarlo atrás y empezar una nueva vida. Fue entonces que le ofrecimos otra identidad, desde entonces el Nahual dejo de existir y se convirtió en un recuerdo, en una historia y en parte de la vida de dos personas. A partir de ese momento el Nahual fue conocido como Pantalhasa, "La Panta". Poco a poco La Panta fue recuperando el brillo, la sonrisa y el meneo. Se le veía más animada, recuperó algo de su brillo, estaba más dispuesta. Sin embargo, ahora que lo pienso Panta nunca fue la misma. Después de ese mes su condición nunca mejoró, estaba más frágil que antes. No había más remedio, aquella vida de aventura, libertinaje y emoción ya no era adecuada para el viejo velero de 31 años. No tuvimos otra opción más que abandonar la vida pasada y empezar una nueva etapa. Una vida de marina, tranquila, sin muchas aventuras, protegidos por el rompeolas, amarrados al  muelle. La Panta estaba debilitada. Con el tiempo se fue recuperando, nunca al 100% pero tuvimos buenos momentos.


De derecha a izquierda: El güero, Mohsen, Yo, Hyemin y Mikel.
Foto tomada por la Juli

Nuestra vida con la Panta era tranquila, protegidos dentro de la marina, sin muchos problemas, mas con el simple pendiente de su corazón. Los meses pasaron, el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno*, ella se reponía a los pocos pero afuera, Iemanjá dejaba las olas azotar y los vientos soplar, la diosa estaba furiosa. Y es que mientras que la transformación de La Panta la había ayudado a transitar en el cambio de vida, no le ayudó con su relación con Iemanjá. La señora de los mares estaba dolida, se sentía abandonada y traicionada por el que alguna vez fue su fiel seguidor. Ese año, Imenajá engendró un niño al cuál lo llamó Enso. La Panta no lo sabía, pero este Niño sería uno de los más fuertes que la diosa ha tenido y sería factor clave en su perdición. Iemanjá cegada por el dolor, la vanidad y los celos mandó a Enso a darle una lección a su antiguo amante que había preferido el amor humano al futuro inmortal. 

Vista de la Marina de Santa Barbara


Eventualmente Juli y yo tuvimos que viajar. Para ese entonces con la ayuda de Olorun, Enso se había convertido en un fuerte Niño. Al mismo tiempo, la marina de Santa Barbara, en una acción de total irresponsabilidad había cerrado el acceso a barcos que no fueran dueños de un "slip" por lo que tendríamos que dejar a Panta anclada en el Pacífico, a la merced del Niño. Yo sabía que la Panta no estaba en condiciones de pasar otro mes sola en alta mar pero no teníamos otra opción, la marina de Santa Bartaba nos había cerrado las puertas. El 8 de diciembre sacamos a la Panta de la marina, le volteamos la cuerda de anclaje, le pusimos dos anclas y la dejamos fondeada entre sus amigos y amigas. Esa fue la última vez que vi a la Panta, se veía feliz, confiada, con su meneo tradicional.

El Fin

Juli y Niema sobre La Panta, una de las últimas fotos que
 tenemos de ella.
El pasado 5 de enero yo volaba de Belo Horizonte (Brasil) a Panamá. A la mitad de mi vuelo el capitán nos advirtió que la aeronave tenía que ser desviada de ruta a causa de una fuerte tormenta sobre el Amazonas, nuestro vuelo se iba a retrasar 30 minutos. Al mismo tiempo en Santa Barbara, unos 7mil km de distancia, una tormenta igual de severa se formaba. Pantalhasa descansaba cansada pero firme en su cuerda. El invierno había pasado y con él, tormentas con olas de hasta 7 metros y vientos de más de 30 kph habían sido producidas por Enso. Las fuertes manifestaciones del Niño (ya descontrolado sin que Iemanjá pudeira contenerlo) habián puesto a prueba las dos anclas de 25 kilos a las que La Panta valientemente se aferraba. Sin embargo, esa mañana Pantalhasa cedió. Juli la había ido a ver de lejos el día anterior a la tormenta, fue la última vez que la vio. No sabemos si fue la tristeza del abandono lo que la hizo desistir, o querer buscarnos tras ver a Juli en la orilla. O simplemente la soga a la que se aferraba se venció, pero el martes 5 de enero Panta se soltó de su anclaje. 


Poseída por su instinto de sobrevivencia logró alejarse de la orilla y navegó Norte con la esperanza de llamar la atención y que alguien la viera para ir en su auxilio. Pasó frente a la playa más popular de Santa Barbara y nadie la vio. Pasó por la marina local, más nadie la percibió. El clima estaba muy malo, la lluvia caía con fuerza y una neblina tomó cuneta de la costa, sus probabilidades de sobrevivir eran muy bajas. Enso se había preparado todo el invierno para este momento. Finalmente, pocas horas antes de que el sol se metiera, un ciudadano la vio y llamó a las autoridades responsables. Sin embargo, para cuando éstas llegaron a donde Panta peleaba por su vida, ya era muy tarde. En su desesperación por llamar la atención y ser rescatada Pantalhasa se había acercado mucho a la orilla y su quilla habría quedado atrapada en una corriente de entrada, poco pudieron hacer los dos motores de 250 hp de la lancha de la costa civil, Pantalhasa navegó lentamente a la orilla hasta que quedar recostada sobre un lado fuera de su ambiente, la arena áspera seria su cama esa noche.

Iemanjá, al observar lo sucedido se asustó. Su intención nunca fue lastimar a Nahual, estaba molesta, celosa pero aun así los sentimientos por el que alguna vez había sido su compañero seguian siendo fuertes. La diosa intentó hablar con Enso, pedirle que se detuviera y durante unos momentos lo logró contener.

En la mañana siguiente, como Simba intentando despertar a Mufasa después de que los antílopes lo atropellaran (yo se, una analogía muy profunda), Iemanjá, libre del poder del viento y las olas, causadas por el Niño sacudía a la Panta. Pero ésta no respondía, se había quedado atrapada por la arena, en marea baja, sin que nada se pudiera hacer por ella. Las horas avanzaron y la toda poderosa no paró, insistió hasta que logró ponerla de pié otra vez. La Panta, motivada por su fiel compañera intentó volver a su medio. Sin embargo Enso no soportó ver esa escena y en la tarde del miércoles otra tormenta se formó en las costas de Santa Barbara, una tormenta que significaría el fin de Pantalhasa. El miércoles 6 de enero por la mañana fue la última vez que alguien vivo a Pantalhasa viva. Cuando nosotros llegamos a la escena ella ya no estaba. 

A partir de este día la Panta quedaría desaparecida por días y solo la volveríamos a ver 4 días después, en una situación que ningún amante de los veleros debería de ver.  El domingo 10 de enero la Panta fue oficialmente declarada muerta.


Lo que quedó de La Panta tras la triste noche del 6 de enero de 2015


*Joaquin Sabina

Todos Santos



A unos 50 kilómetros de La Paz y unos 50 Norte de Cabos San Lucas, del lado del Pacífico, está Todos Santos. Un pueblito que los extranjeros llamarían de "típico pueblo mexicano". Un refugio para aquellos que no disfrutan los ambientes cabeños y que buscan algo más tranquilo. 

El pueblito consta de 4 calles, algunas pavimentadas otras de tierra. Varios restaurantes ocupan los espacios públicos, uno que otro bar y comercios locales. Yo fui en verano y todo era muy calmo, cuando daban las 6 de la tarde y ya se podía caminar por las calles, éstas estaban relativamente vacías. Los únicos ocupantes eran más bien locales. Se respira tranquilidad y paz en Todos Santos.

Sin embargo, como el resto de la península, parece ser que Todos Santos también tienen ataques bipolares. Según los locales, el verano es más tranquilo y vacío por los 38º centígrados y la humedad relativa del aire que llega como a 60%. Nadie los aguanta y un pueblo semi-conquistado por extranjeros es abandonado en el verano. Por ahí de septiembre, la gente regresa y la vida del pueblo se restablece. 

Todos Santos tiene playas muy lindas a su alrededor pero no para cualquiera, el Pacífico no se anda con juegos. No pierdan los atardeceres en la playa, sigan el camino que sale del pueblo hacia las playas y en cualquiera se meten. El espectáculo del atardecer en el Pacífico es insaciable.


Lugares Para Comer

Kins. Situado en el centro del pueblo en frente a la plaza es un lugar muy agradable con mesas afuera y rico ceviche. Los precios son accesibles y los platillos muy ricos. Como el restaurante es pequeño la atención es prácticamente personalizada, vale la pena probar el ceviche de la casa (no estoy seguro de que así se llame).









Mariscos EL Compa Chava.  Una palapa con ventiladores moribundos, mesas de plástico, limonadas en jarra, chelas y mariscos frescos. Esa es la mejor descripción de uno de los mejores lugares para comer de Todos Santos. El compa Chava queda en las afueras de la ciudad, enfrente a la escuela pública. Un híbrido entre puesto y restaurante, el compa Chava ofrece tacos, tostadas y platillos de pescado y mariscos pescados el miso día. Es el lugar perfecto para aquellos que buscan buena comida en un ambiente relajado ¡un gran lugar!.













El Hotel California
Supongo que no puedo haver esta entrada sin poner algo del Hotel California. No hay mucho que decir la verdad. La fachada es un predio rojo, rectangular, sin mucho chiste arquitectónico (desde mi humilde punto de vista). El mito, si mito, de que es el hotel que inspiró la famosa canción de The Eagles está ahí, pero no muy presente. No me pareció la gran cosa, pero imagino que alguien más metido con la música encontrará en él, un gran misticismo digno de pagar $110 dlrs la noche.


Las Playas

Cerritos es la playa ideal para aprender a surfear. Bueno, no se si ideal pero al menos yo me la pasé bomba (y no para bailar como Azul Azul). Se encuentra a escasos 15 minutos del pueblo y tiene una infraestructura básica par pasar el día ahí. La playa es plana y larga así que se presta para caminatas y observación de conchas. Para los surfistas es el lugar ideal. Tiene un bar, un restaurante y unas palapitas, también rentan sombrillas. Me temo que esta entrada va ser de esas que rápidamente necesitarán actualización pues hay uno o dos grandes emprendimiento a lo largo de la playa, ¿pronto Todos Santos será otro Los cabos? espero que no.





En fin, todos Santos es un pueblito calmado, con calles sin pavimentar y muy simpático. Lo imagino como Tepoztlán antes de ser invadido por gringos y argentinos, aun que al parecer es porque estamos en temporada baja. Ultimamente me he dado cuenta de una peligrosa realidad: cuanto más pequeña es la ciudad, más largos son los días, más calma es la vida y más personal es el día-día: más me gustan los días ¿Me estaré haciendo viejo prematuro?